Todas las noches me aseguro que la puerta de entrada quedé con llave.
Voy hasta la cocina donde está colgado el llavero. Elijo la llave correspondiente. Camino hasta la puerta y la cierro. Regreso la llave a su lugar.
A la mañana siguiente tomo la misma llave. Camino hasta la entrada. La meto en la cerradura la giro dos veces y la desbloqueo.
Así cada vez que necesito ir a comprar, darle comida al perro, salir al patio o recibir una persona tomo la manilla, la giro hacia abajo, tiro la puerta hacia atrás y la abro.